Ya no es una novedad que el cambio climático, el calentamiento global y las temperaturas cada vez más extremas someten al mundo a una situación difícil de soportar para los seres humanos, para los animales y para la vida en general.

Un reciente informe de Climate Central, organización dedicada al estudio y a la difusión de informaciones científicas sobre el clima, revela datos preocupantes, o más bien aterradoras.

Las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, causadas por la actividad industrial, generan un aumento tal de la temperatura que los últimos 12 meses han sido los más calurosos en 125 mil años. Sí, 125 mil.

Esto significa que la especie humana jamás ha padecido calores tan altos como desde noviembre de 2022 hasta octubre de 2023, y a ello hay que sumar otros datos igualmente alarmantes.

El 99% de la población del planeta, alrededor de 7,800 millones de personas, se expuso a temperaturas que superan los valores normales.

En India el 86% de su población, 1,200 millones de personas, padecieron temperaturas extremas durante más de 30 días, en China fueron 513 millones, y otros 88 millones en EE.UU.

No se avizoran cambios en esta situación, sino más bien que empeorará en el futuro cercano, con lo que se harán cada vez más comunes fenómenos como la corriente de El Niño, que altera el clima de tal manera que produce inundaciones en unos lugares y tremendas sequías en otros, o La Niña, que trae lluvias a granel, extremos que son igualmente perjudiciales para las poblaciones y para los ecosistemas.

Lo preocupante para nuestra región es que estos cambios extremos se producen también en países del Caribe, donde los deshielos que provoca el calentamiento suben el nivel del mar, pero las aguas aumentan de temperatura de manera tal que se pone en peligro la vida marina.

Las consecuencias inmediatas ya están aquí, con el crecimiento desmesurado del sargazo, la desaparición progresiva de poblaciones costeras, las sequías que se comen nuestros ríos y secan los cultivos, el excesivo consumo de energía para refrigerar los edificios, y otros tantos problemas que derivan de este fenómeno.

Quizás ya es hora no solo de hacer conciencia, sino de exigir a las autoridades, a los organismos supranacionales, a las multinacionales responsables de este problema, que empiecen a adoptar medidas, porque no se puede vivir con indiferencia en un mundo que camina lentamente hacia su destrucción.

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