EL NUEVO DIARIO, JERUSALÉN.- Cinco árabes-israelíes murieron en las últimas 24 horas en incidentes violentos separados, lo que eleva la cifra de asesinatos dentro de la comunidad árabe de Israel a 111este 2023, la más alta desde la creación del Estado.

Se trata de uno de los días más mortíferos del año en el sector árabe, después de que el pasado 8 de junio otras cinco personas murieran en un tiroteo entre familias rivales en la ciudad de Nazaret, ciudad de mayoría árabe cristiana al norte de Israel.

Omer y Mohamed Jaladi, padre e hijo de 61 y 26 años respectivamente, fueron las últimas víctimas del crimen árabe tras ser tiroteados en la ciudad de Shfaram, al norte de Israel, un crimen relacionado con bandas criminales, según la policía.

En la madrugada, murieron en incidentes separados otros tres árabes; un árabe-israelí de 32 años murió por disparos también en Shfaram -no está claro si su muerte guarda relación con las dos últimas-; y otro hombre en su treintena fue asesinado a tiros mientras estaba en su coche en la población de Kfar Kanna; también al norte.

Además, esta mañana, un menor de 17 años murió en un incidente violento en la ciudad beduina de Rahat, al sur del país.

En la madrugada se registraron también varios tiroteos en otros sucesos en localidades árabes de Israel que dejaron 18 heridos.

Según la organización Iniciativas de Abraham, que aboga por soluciones para acabar con la violencia árabe, 111 árabes han muerto este año, una diferencia sustancial respecto a 2022, cuando para estas fechas habían muerto 46 personas consecuencia del crimen entre bandas árabes.

Los árabes de Israel son palestinos o descendientes de aquellos que permanecieron en el país tras la creación del Estado en 1948, y constituyen actualmente en torno al 21% de población israelí.

Históricamente, han denunciado discriminación por parte del Estado y ser tratados como ciudadanía de segunda, mientras que actualmente denuncian desatención de las instituciones israelíes e inacción de la Policía para acabar con la violencia en sus comunidades.

Esto, según representantes políticas y entidades de la sociedad civil árabe, ha contribuido a la extensión del crimen organizado, al aumento de los homicidios y a las crecientes disputas entre clanes, en un contexto en que aumenta también la posesión de armas.

El asesinato de 5 personas en Nazaret a principios de mes, vinculado a una guerra abierta entre dos familias del crimen organizado, derivó en una huelga y en protestas en las comunidades árabes-israelíes que reclamaron más atención del Gobierno y la destitución del ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, ultraderechista y de ideología supremacista antiárabe.

 





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