Pese a las limitaciones económicas, se convirtió en un destacado psiquiatra y neurocientífico. Se lo debe a sus padres y a su deseo de superarse

R ichard Bidó Medina es un joven dominicano que por méritos propios ocupa un asiento privilegiado entre la élite académica en la célebre Universidad de Harvard.

A sus 33 años, se desempeña como psiquiatra director asociado de la Clínica Hispana y del servicio de Emergencias Psiquiátricas, y como parte de la Facultad de la Escuela de Medicina de Harvard y de la División de Psiquiatría Pública y Comunitaria.

En entrevista para elCaribe, este prominente médico contó cómo el niño curioso de la laboriosa comunidad de Villa Tapia, provincia Hermanas Mirabal, llegó a convertirse en un neurocientífico con un futuro prometedor.

“Todos los días cuando voy manejando al hospital, que me miro el carnet y miro estos edificios, digo Dios mío yo nunca soñé que iba a estar en este lugar. Eso es lo que me mantiene con los pies sobre la tierra, pensar en eso”, cuenta.

Si hubo algo determinante en su crecimiento personal y profesional fue el apoyo incondicional de sus padres, Luis Bidó y Maritza Medina, dos humildes y comprometidos maestros que no escatimaron esfuerzo en su formación, pese a las limitadas condiciones inherentes de vivir en un lugar con pocas oportunidades de desarrollo.

“Yo siempre fui motivado y dirigido por mis metas académicas. Crecer dentro de tantas limitaciones y al mismo tiempo tantas aspiraciones, me daba esa fuerza, una ambición vamos a llamarle, ese sueño, esa curiosidad. Yo aprendía y leía mucho y decía Dios pero es que tiene que haber algo más allá de Villa Tapia”, expresa. Richard fue un niño despierto, con un marcado interés por la lectura. Cuenta que a la edad de dos años ya podía formar palabras con algunas fichas que representaban sílabas, que le había hecho su papá.

“A los tres años como ya sabía leer y escribir, papi me llevaba a la escuela en las tardes, porque yo le reclamaba por qué mi hermano iba y yo no”, narra.

Recuerda que cuando cursaba sus estudios en la escuela básica y secundaria de Villa Tapia comunicó a sus padres su deseo de aprender inglés. Aunque no había recursos para costear el curso, su madre “hizo el sacrificio” y lo envió para La Vega, a la Universidad Católica del Cibao (Ucateci), a estudiar el idioma que, sin saberlo, sería fundamental en su carrera y posterior estadía en el extranjero.

“Ellos veían el interés mío y me decían no te preocupes te vamos a apoyar de la forma que podamos”, dice con mucho orgullo sobre sus padres. Sin embargo, crecer en una zona prácticamente rural del interior del país, era un desafío para alcanzar sus metas. “Yo siempre soñé con aprender piano, tomar un curso de piano, pero debía ir a Santiago y cómo iba a trasladarme a Santiago, imposible”, puntualiza. No obstante, sostiene que su padre no escatimó esfuerzo para comprarle los libros que necesitaba.

“Yo siento que esto fue determinante, porque no sentí ese límite. Mucha gente me decía tú quieres estudiar Medicina, esa carrera es muy cara y ellos (padres) me decían no te preocupes que aunque tengamos que coger un préstamo tú lo vas a lograr”, agrega.

A los 14 años, Richard completó el bachillerato con el más alto reconocimiento que otorga el sistema educativo dominicano. Y a los 15 años, con un código especial, entró a estudiar Medicina en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), recinto San Francisco de Macorís. Seis años más tarde recibió su título de Doctor en Medicina, magna cum laude. “Tuve algunas experiencias en la Escuela de Medicina de la UASD que me expandieron esos horizontes, pero yo siempre tuve como esa ambición, esa fuerza que me dirigía”, precisa el talentoso doctor. Ya a sus 24 años, movido por su pasión por la investigación y el interés por conocer más del funcionamiento del cerebro, realizó un Doctorado en Neurociencias, con una beca Fulbright del Departamento de Estado de EE.UU. y el Ministerio de Educación Superior Ciencia y Tecnología (MESCyT).

Esto lo condujo a la University of Illinois at Urbana-Champaign, en los EE.UU. Con su tesis doctoral, Richard contribuyó a identificar mecanismos cerebrales estructurales y funcionales que causaban manifestaciones neurológicas complejas en pacientes con infección sistémica por el virus del Zika, por lo que viajaba frecuentemente a su país natal.

También realizó investigación en flexibilidad cognitiva en pacientes con depresión y ansiedad. Este estudio fue catalogado como una contribución científica de trascendencia internacional y por tal razón le fue otorgada la más alta distinción de la universidad: el Illinois International Graduate Achievement Award. El pasado sábado 17 de junio, Richard cumplió otro de sus sueños. Se graduó de Médico Psiquiatra en Harvard obteniendo el percentil 99 en el Examen Nacional de Residentes de Psiquiatría. Actualmente colabora, en forma remota, con varios proyectos de investigación en la República Dominicana, país que representa con mucho orgullo.

Richard Bidó Medina.

Aporte a RD
Richard colabora con un proyecto en el país que busca identificar poblaciones estudiantiles en riesgo de cometer suicidio.



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